miércoles, 30 de diciembre de 2009

Una flecha eterna...

Entonces el arquero disparo aquella flecha de fuego, esa que encendería la llama de la antorcha que ilumina nuestras vidas, disparo aquella flecha que quedaría grabada para la eternidad en nuestros corazones....
Así fue como empezó todo el mismo año de mi nacimiento, tu encendiste la antorcha que me ilumino en la vida y unos años después, tu desapareciste de mi mundo, y del de todos, dejando un enorme vacío que jamás será llenado, pero tu antorcha siguió encendida iluminándome el camino, bañando la esperanza, curando las heridas de mi corazón roto.
Mi tío, mi amigo, mi arquero, mi maestro....me enseñaste el sentido de las cosas, la dureza de la vida y la vitalidad y la fuerza con que se debe vivir, el amor que debes irradiar con cada flecha lanzada y el sentimiento de amistad, cariño y complicidad....
Siempre estabas ahí para levantar mi mundo cuando este se avecinaba sobre mis hombros con una fuerza extremadamente dolorosa, para calmar mi agudo dolor cuando todo se nublaba.... para devolverme lo que la angustia me había arrebatado...

Gente como tu, jamás debería desaparecer de este mundo...

Pero desgraciadamente la gente no es eterna, y acaba por desaparecer, después de una vida poblada de sufrimiento y dolor, que tu convertiste en amor, confianza y serenidad... la parca llego y se llevo tu alma dejando tu cuerpo vacío, inerte y sin vida...
Un cuerpo tan solo es un cuerpo, y ese cuerpo inerte tan solo era la fachada que se mostraba a la gente.
Quien realmente eras estaba en tu alma.... alma q el invierno arrebato con aquel frío inhumano, dejando una huella en nuestros corazones que jamás seria borrada.
Pero al igual que el dolor de tu desaparición, también quedaron grabadas en mi para siempre tus enseñanzas, por eso hoy al pasar por el parque que hace honor a tu persona y honra tu memoria no pude evitar susurrar a esa fría placa con tu vida resumida en un párrafo
"Gracias, jamás te olvidare, siempre te querré."
No pude evitar que las lagrimas recorrieran mis mejillas y una gran sonrisa iluminara mi cara al recordar la bellísima persona que eras y la verdaderamente importante huella que dejaste en nuestros corazones, esa huella del amor sin barreras y de confianza en nosotros mismos que dejaste.
Reforzaste la confianza en nosotros mismos, el espiritu de lucha y superación...
Nos hicistes sentirnos importantes, nos hiciste sentir que nuestra existencia era realmente necesaria, que era hermosa e importante a ojos ajenos.



...y es que hoy recordé a aquel que jamás debe ser olvidado...

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso homenaje para alguien que seguro que era un gran hombre,sí señor. Además, se nota que te sale desde el corazón. Enhorabuena por tu texto

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