martes, 10 de noviembre de 2009

No había nadie...

Abrí los ojos, entre tanta oscuridad no era capaz de ver ni mis manos, lentamente mis ojos fueron acostumbrandose a la oscuridad, empece a ver...
Pero no había nadie a mi lado, la vista se volvía mas clara, no había nadie a mi alrededor, mire hacia un lado, luego hacia el otro... Pero no había nadie...
Nadie que pudiera hablarme o escucharme, nadie que pudiera abrazarme o cogerme de la mano, ni si quiera había nadie que pudiese mirarme, aunque fuera con lástima en los ojos...
Estaba sola...
La angustía comenzó a apoderarse de mí, y el dolor se hizo real, muy real, demasiado real para ser verdad...
No pude evitarlo, corrí.
No sabía hacia donde, no sabía que debía hacer a quién debía buscar, asi que simplemente corrí, corrí en circulos, mientras las lagrimas resbalaban por mis mejillas y me iban nublando la visió lentamente...
Cuando quise darme cuenta estaba callendo, callendo por un pecipicio, donde no había nada, no había nadie, tan solo había dolor...
Y lentamente fui callendo por el precipicio...
"¿Alguien puede verme?, ¿Alguien puede oirme?... Por favor que alguien tome mi mano y me lleve con él, lejos, lejos de este dolor de esta angustía... Por favor sacarme de este abismo al que voy precipitandome lenta e irremediablemente...."
...y es que hoy comprendí que la soledad es algo que está presente en mi día a día...

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